domingo, 1 de noviembre de 2015

Ni uno solo de vosotros

Todos vuestros nombres son como pequeños puñales clavados en el alma. Sois esos horribles seres que no deberían existir.

Os aprovechasteis de su debilidad hasta que se consumió. E incluso tras ese incidente, sacastéis otra faceta vuestra, llorando la pena que no teníais y que no os correspondía sentir. Jamás entenderé cómo puede vivir la gente como vosotros. Malditos seáis todos.

Sois escoria cubiera de mierda. Vivís alimentando vuestras almas con malas artes, llenando vuestros días de malas energías y rodeados de malas personas. Porque ninguno de vosotros merece tener ni una pizca de felicidad en vuestras vidas. Ni uno solo de vosotros.

Me da asco imaginar que algo de vuestra genética pueda estar dentro de mi cuerpo. Me arrancaría la piel a trozos si con ello eliminara cualquier minúscula e insignificante marca de alguno de vosotros. Me arrancaría las entrañas si una sola gota de mi sangre fuera igual que la vuestra.

Os pisaría uno a uno la cabeza con una suela llena de clavos ardiendo, lentamente y disfrutando de vuestro sufrimiento. Porque os lo merecéis. Pequeños sacos de mierda que no sirven para nada. Ojalá la vida os devuelva todas y cada una de las cosas horribles que vivís haciendo. Muchos de vosotros ya pagaron, algunos incluso con la muerte. El precio a pagar por vuestros pecados no debería ser menos.


domingo, 20 de septiembre de 2015

Creo en los milagros

Yo creo en los milagros.

Esos que llegan cuando no parece que hagan falta, cuando aún no son nada, cuando aún no son milagro. Capaces de hacerte soñar como no lo hiciste nunca. Y que, años después, te hacen realidad esos mismos sueños. Te hacen sentir cosas que jamás sentiste pero que siempre deseaste sentir. Te organizan viajes que ni siquieras eras capaz de imaginar.

Mientras tú lloras, ellos fabrican el antídoto anti llantos y, aunque a veces no logren que funcione, siempre tendrán su hombro y miles de pañuelos para enjugar tus lágrimas. Y mientras tú ríes, ellos fotografían el momento para que siempre, siempre, te acuerdes de reir.

Y es que hay milagros que te cambian la vida. Que te hacen sentir la princesa del cuento que siempre quisiste protagonizar. Te suben a esa nube que diseñan especialmente para ti, envuelta entre algodones, para evitarte daños en tierra firme. Te dan la fuerza que necesitas para afrontar todo lo que la vida te obligue a afontrar. Te manifiestan privada y públicamente cuán importante y especial eres, sin tener en cuenta quién mire o quién pueda escuchar. Y cuando te falte creer en ti, ellos creerán por ti.

Será en un momento dado cuando, tras años de constantes muestras como esas, te des cuenta de que el milagro es real, que comparte tu vida y que forma parte de ti.

Y tú, ¿crees en los milagros?


domingo, 31 de mayo de 2015

Soy de ti y para ti

Nunca pensé que podría importarle a alguien. Jamás hubiera imaginado que yo iba a ser el alivio de nadie. Y justamente di a parar como alivio tuyo.

Tú que tanto necesitabas de alguien para evadirte. Tú que me diste la vida que otros me robaron. Tú que me trataste como si fuera alguien especial, en el buen sentido de serlo. Tenía poco para ofrecerte pero te lo quedaste todo e incluso fuiste capaz de sacar aún más cosas de las que ni yo sabía que tenía. Te entregué mis sueños, me hiciste partícipe de los tuyos y fuiste capaz de hacerme fabricar más. Me adentraste en tu fábrica de sueños particular en la que descubrí que soñar, además de gratis, es maravilloso. Me enseñaste que el mundo aún tiene cosas que merezcan la pena, aunque haya que rebuscarlas en lo más profundo de la tierra.

Creo que yo también hice cosas por ti. Te di vida, o quizá otra vida. Te di aventuras y tormentos, discusiones, penurias y malos sentimientos. Aunque gracias a ti aprendí que también puede haber alegría, sonrisas, bromas o amor. Y esas cosas nunca las había conocido. Te di la mano cuando quisiste adentrarte en una faceta de ti que ni siquiera conocías, o que no eras consciente que tenías. Te di la mano y no la he soltado hasta hoy.

Te he visto caer muchas veces, así como cae el ser humano una y otra vez, y jamás te he visto quedarte en el suelo. Y cuando volvías a estar de pie, ahí estaba yo contigo. Siempre contigo. Porque juntos formamos un gran equipo, un equipo secreto, un equipo que va más allá de donde llega la realidad y la razón.

Lo que espero que nunca ocurra es que me eches de tu vida, de ti, de tu cabeza y de tu corazón porque, si ello llegara a ocurrir, espero que recuerdes que no me estás echando a mí, te estás echando a ti misma. Porque, cariño, tú me creaste y yo, sin ti, no existo.

domingo, 17 de mayo de 2015

Recuerdos

¿Cómo era el gesto de sus ojos cuando se emocionaba? ¿Qué mueca hacía cuando algo no le gustaba? ¿Cómo le quedaba su vestido favorito? ¿Cómo sabían sus besos?

Temo que el tiempo esté pasando demasiado rápido. Soy incapaz de recordar esas cosas que jamás pensé olvidar. Quizá era algo inevitable pero, ¡diantres, soy un maldito demonio! ¿Por qué sus recuerdos no pueden permanecer conmigo para siempre?

Renuncié a todo por ella. Perdí mi inmortalidad por ella. Recibí todo tipo de burlas e insultos por ella. Me desterraron por estar con ella. ¿Cómo es posible que empiece a olvidar cosas por lo que absolutamente toda mi vida, la que llevaba miles de años viviendo, dió un giro de ciento ochenta grados?

Sabía que ella moriría, era humana y tenía que suceder, pero imaginé que dentro de mí seguiría viva para siempre. Y, sin embargo, aquí me hallo, intentando recordarla, intentando recordar lo que me gustaba de ella, lo que no me gustaba, lo que le gustaba, y lo que odiaba. Y no puedo. Ya hay muchas cosas que se me escapan. ¿Hasta cuando? ¿Llegará el día en el que la olvide completamente? ¿Llegará ese momento en el que la busque dentro de mí y no la encuentre? ¿Llegará el instante en el que no recuerde que existió?

No creo poder soportar la idea de que, cuando quiera recordar su sonrisa, esa que me hacía sentir tan vivo, no sea capaz de hacerlo. El día que eso ocurra me volveré loco. El fatídico día en el que no pueda recordar cómo me miraba cuando estaba a punto de besarme, dejaré de tener motivo alguno por el cual seguir en este horrible mundo. Ese mundo en el que me adentré por la misma persona por la que querré marcharme de él para siempre.

domingo, 3 de mayo de 2015

Feliz día de la madre

Hoy se celebra el día de la madre.

Se ven felicitaciones por las redes sociales, ramos de flores por las calles, y las tiendas llevan publicitando este día desde hace más de un mes. Todo para felicitar y dar las gracias a esa persona que todos tenemos (o casi todos) y que está con nosotros en las buenas y en las malas. Por esa persona somos quienes somos, están con nosotros cada día del año, aunque no puedan estar presentes, lograrán estar de mil formas posibles.

Por suerte, yo también tengo a esa persona. Quien cuando tengo un problema no dudo en llamar porque sé que va a tener la solución. Quién, cuando me ha visto llorando, me ha dado los abrazos más fuertes que nadie me haya dado jamás. Quien, aunque puedo llegar a hablar casi sin respirar y durante horas, siempre tiene una paciencia infinita para escucharme. A quién nunca dudé, ni dudo, en contarle mis cosas porque su aprobación la necesito para saber que estoy haciendo las cosas bien. Esa persona que me enseñó a ser persona, a crecer y a madurar. La misma persona que muchas veces me ha hecho sentir a mí la madre. La misma que tenía (y tiene) la autoridad para saber, con tan solo una mirada de reojo, que no le gusta lo que estoy haciendo.

Una de las cosas que más me sorprende es que, aun con todas las cosas malas que le ha dado la vida, nunca ha dejado sonreír ante las cosas buenas que también le ha dado. Mi fuente de inspiración para ser mejor persona la tengo justo en su figura, porque aún no he conocido a nadie, absolutamente nadie, que haya sido capaz de tener la mitad de la paciencia y la bondad suyas.

Por esa persona me esfuerzo cada día para que se enorgullezca de mí, para ver en sus ojos que conmigo tiene la tranquilidad de que todo va bien. Me emociono solamente con buscar en sus ojos y ver que es feliz, porque se lo merece, se lo merece de verdad. Y seguiré adelante, sabiendo que le tengo a un silbido de distancia.

La única diferencia entre la persona a la que me refiero y a las que se refiere la gente en el día de hoy, es que la mía tiene cuerpo de hombre.

domingo, 12 de abril de 2015

No somos más que gasas y betadine

El otro día me dijeron: "¿La enfermera qué hace? Pues echar betadine y poner gasas, ¿no?".

La verdad, no os miento, me sonó totalmente normal. Eso es lo que mucha, pero mucha mucha gente, piensa que hacemos las enfermeras. No nos ven más allá de echar betadine, poner tiritas o pinchar culos. Y ya está. Una carrera de tres años (ahora cuatro) con asignaturas en las que se estudian, por ejemplo, este tipo de cosas:

- Fundamentos de enfermería: ¿qué es una tirita y para qué sirve?

- Historia de la enfermería: ¿Cuándo se inventó la primera tirita y cómo era?

- Enfermería médico-quirúrgica: ¿Cómo aplicar correctamente el betadine en una herida?

- Enfermería comunitaria: ¿Cuándo y cómo pinchar un culo con distintas medicaciones?


Densos conocimientos para tres/cuatro años. Complicados y completos temarios, sin lugar a dudas.

No sé cómo a las personas que piensan así no les da vergüenza. A mí se me caería la cara de decirle a un policía que lo único que hace es poner multas. O a un psicólogo que sólo sabe tratar depresiones.
Me gustaría ver a toda esa gente a pie de cama en un hospital junto a un enfermo terminal y su familia. O verles acompañando a un paciente oncológico mientras le pasa el quimioterápico intravenoso. O conseguir razonar con un niño para que se deje poner las vacunas correspondientes.

Porque, lo quieran o no, la enfermería es mucho más de lo que se cree. La enfermería tiene un poquito de muchas otras ciencias, porque damos la cara, porque somos los que más tiempo pasamos con los enfermos, porque tenemos el privilegio y el deber de ser los encargados de promocionar y educar para la salud de las personas, porque las familias se apoyan en nosotros, porque nuestro trato es más cercano, porque estamos más que aleccionados para ver más allá de las enfermedades, para encontrar a la persona más allá del paciente.


Sin embargo, habrá que seguir luchando y levantando la cabeza y las manos para que se nos reconozca como lo que somos.

domingo, 15 de marzo de 2015

Aunque nunca vuelvas

Estoy sentada junto a la ventana en esa habitación en la que me siento a escribir. Sé el día que es.

Han cambiado muchas cosas, ya lo sabrás, y yo aún no lo he asimilado. Parece que de pronto voy a despertar y todo habrá sido un sueño, o una pesadilla, y que todo va a volver a ser como antes, o mejor aún: como antes del antes. No deberías estar perdiéndote esto, deberías estar aquí, conmigo. Hay tantas cosas que te has perdido que necesitarías media vida para situarte en el presente. Cosas buenas, cosas malas, pero cosas importantes, al fin y al cabo.

¿Sabes? No consigo aceptarlo. Tras años rogando a quien fuera que escuchara y pudiera hacer algo que acabara con todo, ahora no es como yo esperaba. Cierro los ojos y veo aquello que no debería ver, que no debería haber visto. Sé cómo se apagan las vidas, pero nunca lo he vivido de esa forma. En sueños parece todo tan distinto... Mi subconsciente me trae historias que no han existido ni existirán nunca, ajeno a todo lo que ha pasado. Como queriendo revivir la vida de la misma forma que ha ocurrido en realidad. Me recrea momentos clave, transformados para resaltar lo peor o lo mejor; circunstancias que siempre han estado ahí, pero que antes no eran resaltables.

Me duele. Hay algo que me duele, muy dentro, muy profundo. No sé qué es, pero no me gusta. Cada lágrima que derramé parece ahora no ser importante. Cada momento que deseé con todas mis fuerzas que lo que ha pasado pasara entonces, ya no es igual. Ahora es como si todo eso pesara. Como si llevara una carga encima que asoma su cabeza para recordármelo todo de nuevo. ¿Culpabilidad?

¿Y tú? ¿Qué es lo que ves tú desde allí donde miras? ¿Cómo ves la situación que te has perdido por marcharte demasiado pronto? A veces quiero reprochártelo, quiero culparte. ¡Te dejaste marchar! ¡Fuiste tú quien no opuso resistencia! ¿Y ahora? Ahora ya no puedes volver. Demasiado tarde. Demasiado tiempo. Demasiado imposible.
Sin embargo, aquí te espero yo, con mis palabras, mi sentimiento, mis abrazos y mis ganas, aunque nunca vuelvas.

domingo, 18 de enero de 2015

Shhh...

Shhh... 
No llores. Se acabó. No llores más. A partir de ahora, las lágrimas podrás usarlas solamente cuando rías, cuando rías mucho y con ganas.

Calma, calma. No grites. Tampoco te tapes los oídos, nadie va a gritar. Se acabaron los gritos. De ahora en adelante, los únicos que oirás serán los de los niños jugando en la calle.

Es momento de perdonar. Solamente te queda eso. Perdona y olvida. O no olvides, lo que tú quieras. Pero tienes que dejar atrás todo aquello. Ya ha llegado el final, ahora sólo queda el comienzo.

No tengas miedo. El miedo ya no tiene sentido. Ya no hay nada que temer. Recupera la tranquilidad que te robaron. Recupérala y con ella todo lo que te faltaba. Es momento de recuperar risas, alegrías, momentos, vida.

¿Que te sientes culpable? No es algo extraño. Pero no te culpes, tú no has hecho nada malo. Da igual lo que te dijeran, da igual lo que te hicieran sentir. Nadie más que tú sabe la verdad. Nadie más que tú sabe que no tienes la culpa de nada. Si las cosas hubieran podido ser diferentes nunca sabrás si tú hubieras podido hacer mucho más de lo que ya hiciste. Y tampoco tiene sentido preocuparse de eso ahora. Se acabaron las preocupaciones. Céntrate en lo que durante tanto tiempo no has podido. Céntrate en ti, que ya va siendo hora.

No eres egoísta. No eres una mala persona. No has provocado nada. Se acabó. Es hora de terminar el capítulo. Cierra el libro si quieres, tienes la estantería llena para empezar otro. Hazlo tuyo y haz partícipe de él a quien necesitas que lo sea, a aquellos que siempre estuvieron ahí pero que no pudiste disfrutarles. Llénalo de momentos, de esos momentos que nunca has tenido.

Disfruta. Sueña. Vive.