domingo, 18 de enero de 2015

Shhh...

Shhh... 
No llores. Se acabó. No llores más. A partir de ahora, las lágrimas podrás usarlas solamente cuando rías, cuando rías mucho y con ganas.

Calma, calma. No grites. Tampoco te tapes los oídos, nadie va a gritar. Se acabaron los gritos. De ahora en adelante, los únicos que oirás serán los de los niños jugando en la calle.

Es momento de perdonar. Solamente te queda eso. Perdona y olvida. O no olvides, lo que tú quieras. Pero tienes que dejar atrás todo aquello. Ya ha llegado el final, ahora sólo queda el comienzo.

No tengas miedo. El miedo ya no tiene sentido. Ya no hay nada que temer. Recupera la tranquilidad que te robaron. Recupérala y con ella todo lo que te faltaba. Es momento de recuperar risas, alegrías, momentos, vida.

¿Que te sientes culpable? No es algo extraño. Pero no te culpes, tú no has hecho nada malo. Da igual lo que te dijeran, da igual lo que te hicieran sentir. Nadie más que tú sabe la verdad. Nadie más que tú sabe que no tienes la culpa de nada. Si las cosas hubieran podido ser diferentes nunca sabrás si tú hubieras podido hacer mucho más de lo que ya hiciste. Y tampoco tiene sentido preocuparse de eso ahora. Se acabaron las preocupaciones. Céntrate en lo que durante tanto tiempo no has podido. Céntrate en ti, que ya va siendo hora.

No eres egoísta. No eres una mala persona. No has provocado nada. Se acabó. Es hora de terminar el capítulo. Cierra el libro si quieres, tienes la estantería llena para empezar otro. Hazlo tuyo y haz partícipe de él a quien necesitas que lo sea, a aquellos que siempre estuvieron ahí pero que no pudiste disfrutarles. Llénalo de momentos, de esos momentos que nunca has tenido.

Disfruta. Sueña. Vive.