domingo, 15 de marzo de 2015

Aunque nunca vuelvas

Estoy sentada junto a la ventana en esa habitación en la que me siento a escribir. Sé el día que es.

Han cambiado muchas cosas, ya lo sabrás, y yo aún no lo he asimilado. Parece que de pronto voy a despertar y todo habrá sido un sueño, o una pesadilla, y que todo va a volver a ser como antes, o mejor aún: como antes del antes. No deberías estar perdiéndote esto, deberías estar aquí, conmigo. Hay tantas cosas que te has perdido que necesitarías media vida para situarte en el presente. Cosas buenas, cosas malas, pero cosas importantes, al fin y al cabo.

¿Sabes? No consigo aceptarlo. Tras años rogando a quien fuera que escuchara y pudiera hacer algo que acabara con todo, ahora no es como yo esperaba. Cierro los ojos y veo aquello que no debería ver, que no debería haber visto. Sé cómo se apagan las vidas, pero nunca lo he vivido de esa forma. En sueños parece todo tan distinto... Mi subconsciente me trae historias que no han existido ni existirán nunca, ajeno a todo lo que ha pasado. Como queriendo revivir la vida de la misma forma que ha ocurrido en realidad. Me recrea momentos clave, transformados para resaltar lo peor o lo mejor; circunstancias que siempre han estado ahí, pero que antes no eran resaltables.

Me duele. Hay algo que me duele, muy dentro, muy profundo. No sé qué es, pero no me gusta. Cada lágrima que derramé parece ahora no ser importante. Cada momento que deseé con todas mis fuerzas que lo que ha pasado pasara entonces, ya no es igual. Ahora es como si todo eso pesara. Como si llevara una carga encima que asoma su cabeza para recordármelo todo de nuevo. ¿Culpabilidad?

¿Y tú? ¿Qué es lo que ves tú desde allí donde miras? ¿Cómo ves la situación que te has perdido por marcharte demasiado pronto? A veces quiero reprochártelo, quiero culparte. ¡Te dejaste marchar! ¡Fuiste tú quien no opuso resistencia! ¿Y ahora? Ahora ya no puedes volver. Demasiado tarde. Demasiado tiempo. Demasiado imposible.
Sin embargo, aquí te espero yo, con mis palabras, mi sentimiento, mis abrazos y mis ganas, aunque nunca vuelvas.