domingo, 25 de septiembre de 2016

Aquí estás de nuevo

Aún hoy puedo recordar perfectamente tu sonrisa. La curva que dibujaban tus labios cada vez que me veías. Como si yo mereceriera ese gesto, como si yo mereciera tu sonrisa, como si yo mereciera tu felicidad.

A veces te sigues colando en mis sueños. Es como si tuvieras tu lugar en ellos, aunque no debieras. Apareces de repente, inundando todo con tu luz, con tu alegría, a llenar de felicidad cada rincón.

Debería haberte olvidado ya. Es más, tú deberías haberme olvidado ya. No tendrías que seguir apareciendo en ningún lugar en el que pudiéramos encontrarnos. ¿Cuánto tiempo falta? ¿Cuándo terminarán de cerrar las heridas? ¿Cuándo se formará la cicatriz? ¿Dolerá más o dolerá como lleva doliendo desde la última vez?

Quizá no debería recordar nuestros momentos, ni siquiera los momentos que recuerdo observándote yo a ti, sin que tú lo supieras. Quizá debería seguir con la vida que ya tendría que tener más que hecha sin ti, sin tu recuerdo...

Déjame. Déjame que siga recordándote. Déjame que siga buscándote. Déjame que te siga queriendo. Da igual que ya nada sea igual, que ya nada sea posible. Un día lo fue y con eso me basta.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Quítate la máscara

Llevo tiempo observándote y voy comprobando cómo tus sonrisas vienen y van. Noto cómo tus ojos brillan ante momentos y situaciones que no pensaste vivir. Y parece que quieras ocultar ese deslumbrante brillo, protegerlo, mantenerlo a salvo. Esos ojos han visto cosas que no quieren volver a ver y se preparan para poder cerrarse rápido para intentar sufrir lo menos posible con lo que puedan contemplar.

Quítate la máscara.

Te ves sumergida en un mundo que no conocías, que no te dejaron conocer. Y no quieres admitir cuánto te gusta por si resultara finalmente ser un sueño y nada más. Pero, amiga, tu propio cuerpo va gritando a aquellos que como yo quieran escucharle, que todo eso te gusta, que no quieres que se acabe, que es algo maravilloso y que quieres seguir disfrutando.

Quítate la máscara.

Muestras a todos tu lado más oscuro, más rebelde, más descarado, más sufrido, más fuerte. Sin embargo, poco a poco y sin que te des cuenta, tu lado contrario asoma por pequeños rincones de ti. Y luchas por retenerlo con menos fuerza cada vez. Quizá ya no te importa que escape, quizá te estés dando cuenta de que no compensa. Quieres dejarlo fluir, que salga a flote a este mundo del que ahora formas parte... Pero tienes miedo. Y el miedo puede obligarnos a hacer cosas incomprensibles, irracionales, estúpidas.

Quítate la máscara.

Empieza a darte a cuenta de que vivir merece la pena. Lucha por recuperar toda la felicidad que una vez te arrebataron. Y ríe, ríe con todas tus ganas. Y llora, sé capaz de llorar de alegría, de emoción. Y salta, canta, baila, juega, disfruta. Porque te lo mereces, aunque nunca te lo hayan dicho, aunque tú no lo creas.


Quitate la máscara y muéstrame esa sonrisa de felicidad otra vez, que no me cansaré jamás de contemplarla.