Shhh...
No llores. Se acabó. No llores
más. A partir de ahora, las lágrimas podrás usarlas solamente
cuando rías, cuando rías mucho y con ganas.
Calma, calma. No grites. Tampoco te
tapes los oídos, nadie va a gritar. Se acabaron los gritos. De ahora
en adelante, los únicos que oirás serán los de los niños jugando
en la calle.
Es momento de perdonar. Solamente te
queda eso. Perdona y olvida. O no olvides, lo que tú quieras. Pero
tienes que dejar atrás todo aquello. Ya ha llegado el final, ahora
sólo queda el comienzo.
No tengas miedo. El miedo ya no tiene
sentido. Ya no hay nada que temer. Recupera la tranquilidad que te
robaron. Recupérala y con ella todo lo que te faltaba. Es momento de
recuperar risas, alegrías, momentos, vida.
¿Que te sientes culpable? No es algo
extraño. Pero no te culpes, tú no has hecho nada malo. Da igual lo
que te dijeran, da igual lo que te hicieran sentir. Nadie más que tú
sabe la verdad. Nadie más que tú sabe que no tienes la culpa de
nada. Si las cosas hubieran podido ser diferentes nunca sabrás si tú
hubieras podido hacer mucho más de lo que ya hiciste. Y tampoco
tiene sentido preocuparse de eso ahora. Se acabaron las
preocupaciones. Céntrate en lo que durante tanto tiempo no has
podido. Céntrate en ti, que ya va siendo hora.
No eres egoísta. No eres una mala
persona. No has provocado nada. Se acabó. Es hora de terminar el
capítulo. Cierra el libro si quieres, tienes la estantería llena
para empezar otro. Hazlo tuyo y haz partícipe de él a quien
necesitas que lo sea, a aquellos que siempre estuvieron ahí pero que
no pudiste disfrutarles. Llénalo de momentos, de esos momentos que
nunca has tenido.
Disfruta. Sueña. Vive.