jueves, 20 de octubre de 2016

El monstruo que era

Ay, el amor. La magia del amor.
Sin embargo...

He notado las miradas de los tuyos intentando averiguar si soy tan malo como parezco. También he notado cuando tus ojos buscaban disimuladamente una escapatoria, alguna ayuda por si la necesitaras, alguien cerca que pudiera socorrerte de ser necesario. He sentido el temblor de tus manos al cogerlas entre las mías. Te he visto suspirar con nerviosismo mientras te acariciaba la espalda. He podido oler tu miedo. 

Tiempo atrás no lo entendía, no podía comprender que pudieras tenerme miedo a mí. No era capaz de adaptarme al hecho de que a ojos de todos, incluso de los tuyos, yo no era bueno para ti. Aún hoy sufro de imaginarte entre mis brazos sin llegar a sentirte en paz, sin llegar a sentirte segura.

Yo, que ansiaba que llegara el momento de estar contigo. Que jamás te hice daño ni podría haber pensado en hacerlo. Para mí, estrecharte entre mis brazos era entrar en una paz infinita, un suspiro eficaz que calmaba mi alma. Acariciar tu larga melena mientras veía cómo se enlazaban entre mis dedos ese cabello sedoso.

Te di mi vida y mi alma sin cuestionar absolutamente nada. Te cedí todo aquello que consideraba mío hasta entonces. Te ofrecí mis alas para que volaras tú en lugar de hacerlo yo. Me olvidé de mí para recordarte a ti siempre.

Yo, que dejé de ser un monstruo en el mismo instante en el que te conocí.


viernes, 14 de octubre de 2016

Vivir lo nuestro

Me han dicho que cuándo pienso madurar, que si voy a estar toda la vida jugando a juegos y soñando con las princesas Disney.

Lo primero que me viene a la cabeza tras ese interrogante es qué se considera madurar. Para mí, madurar es darte cuenta de lo que cuesta trabajar y ganar dinero para poder vivir. Madurar, para mí, es comprender que la vida puede ser muy dura pero que no debemos ponernos excusas para no seguir adelante, que hay que luchar por seguir en pie, por seguir consiguiendo todo aquello que queramos conseguir. Para mí , madurar significa emprender un viaje hacia la independencia, hacia el futuro que queremos para nosotros y hacerlo por nuestros propios medios. Madurar es responsabilizarnos de nosotros mismos, de nuestros actos y responsabilizarnos también de aquellos que están bajo nuestra custodia, y todo ello hay que hacerlo siempre y bajo cualquier circunstancia. 
Madurar, para mí, conlleva muchas cosas, y no creo en absoluto que me encuentre caminando en la dirección contraria.

Dicho esto, no soy capaz de comprender por qué es inmaduro hacer aquello que me gusta. Sobre todo teniendo en cuenta que con nada de lo que me gusta hago daño a nadie. Hago, básicamente, lo que me da la gana. Y, por encima de todo, lo que me hace feliz.

¿Qué importará a nadie si veo de vez en cuando alguna película de Disney? ¿A quién le molestará que disfrute cantando las canciones de Floricienta? ¿Qué daño podré causar por rolear metiéndome en la piel de cualquier personaje fantástico que me aporte la diversión y el crecimiento que busco? ¿Por qué la gente tiene que estar metiéndose en la vida de los demás?

A estas alturas, lo único que he podido sacar en conclusión es que, fijándome en las vidas de todos aquellos que alguna vez me han acusado de ser infantil o inmadura, puedo comprender que no les guste lo que ven sus ojos. Debe de joder ver a alguien feliz, que disfruta con lo que hace, que se ilusiona exactamente igual o incluso más que cuando era niña, que se emociona con cosas que a simple vista no deben emocionar a alguien de su edad, que vive sus momentos de magia como si ésta verdaderamente existiera. Imagino que les debe joder ver a alguien disfrutar de la vida, tenga la edad que tenga.

Por mi parte, mientras pueda y me continúe gustando hacerlo, seguiré disfrutando con Disney, seguiré acudiendo a roles en vivo o jugando a juegos de mesa, seguiré emocionándome abiertamente y sin temor al "qué dirán con la edad que tengo" con cualquier cosa que me emocione. 

Sin más, seguiré viviendo.