jueves, 20 de octubre de 2016

El monstruo que era

Ay, el amor. La magia del amor.
Sin embargo...

He notado las miradas de los tuyos intentando averiguar si soy tan malo como parezco. También he notado cuando tus ojos buscaban disimuladamente una escapatoria, alguna ayuda por si la necesitaras, alguien cerca que pudiera socorrerte de ser necesario. He sentido el temblor de tus manos al cogerlas entre las mías. Te he visto suspirar con nerviosismo mientras te acariciaba la espalda. He podido oler tu miedo. 

Tiempo atrás no lo entendía, no podía comprender que pudieras tenerme miedo a mí. No era capaz de adaptarme al hecho de que a ojos de todos, incluso de los tuyos, yo no era bueno para ti. Aún hoy sufro de imaginarte entre mis brazos sin llegar a sentirte en paz, sin llegar a sentirte segura.

Yo, que ansiaba que llegara el momento de estar contigo. Que jamás te hice daño ni podría haber pensado en hacerlo. Para mí, estrecharte entre mis brazos era entrar en una paz infinita, un suspiro eficaz que calmaba mi alma. Acariciar tu larga melena mientras veía cómo se enlazaban entre mis dedos ese cabello sedoso.

Te di mi vida y mi alma sin cuestionar absolutamente nada. Te cedí todo aquello que consideraba mío hasta entonces. Te ofrecí mis alas para que volaras tú en lugar de hacerlo yo. Me olvidé de mí para recordarte a ti siempre.

Yo, que dejé de ser un monstruo en el mismo instante en el que te conocí.


No hay comentarios :

Publicar un comentario