martes, 29 de enero de 2019

Llamas

Sigo buscándote. Allí donde ya no queda nada, ni siquiera las cenizas que un día quedaron tras las llamas que encendimos. No queda tu olor, ni tu sonido, ni las huellas de tus zapatos en el suelo. Lo único que queda ya soy yo. Siempre esperando, siempre volviendo a aquel lugar por si decidieras aparecer.

No sé qué te diría. Es posible que volviera a agachar la cabeza, emitir un fino, susurrante y quebradizo "qué tal" y todo quedara como siempre. Aunque me engaño pensando que tú me sonreirías, se te iluminarían los ojos y harías ademán de abrazarme como si fuéramos viejos amigos. Viejos quizá sí, amigos no lo veo tan claro.

Todo esto ya lo viví contigo, aunque nunca fue real. Todo lo que adorna mi vida ahora, siempre quedará guardado en un rincón de mi interior como si lo hubiéramos vivido juntos, allí donde guardo todo lo que viví junto a ti. Allí guardo hasta todo lo que nunca sucedió, que a decir verdad, es más de lo que vivimos. Me sigo recriminando el hecho de que quizá todo fue por mi culpa. Me encierro en los "y si..." y me fustigo a menudo con los recuerdos, los vividos y los soñados.

Quiero verte pero me niego a buscarte. Me conformo con venir aquí, a este sitio al que seguramente nunca acudas, del que quizá ya ni recuerdes donde queda, que es posible que ni exista para ti. Porque soy incapaz de reunir el valor para decirte directamente y sin rodeos que te echo de menos. No sé si podría volver a tenerte en mi vida porque me he alimentado de tu recuerdo, y quizá solo sea la sombra de lo que eres hoy. Y eso también me da miedo descubrirlo, no quiero cerciorarme de que te has perdido, de que te perdí. De que todo aquello que te hacía un ser mágico ya no existe y seas solo otro ser terrestre más. Me encantaría volver atrás el tiempo, aunque solo sea durante unas horas, para poder contemplarte y disfrutar de todo aquello, de nosotros. Pero sé que es un pensamiento ilógico, no sólo porque sea imposible, sino porque es probable que ni tú ni yo seamos los mismos de entonces, y que descubramos que esa llama que aún parece que sigue intacta. se apagara hace tanto tiempo que lo único que quede sean témpanos de hielos entre los que morir de frío.