martes, 30 de julio de 2024

Oscuridad

 Hola, ¿cómo te va? 

Llevo un tiempo pensando en ti y nunca encontraba el momento de buscarte. Siempre había cosas que hacer, tareas que no podía aplazar, o directamente falta de energía. Pero por fin, he conseguido encontrar un hueco para hablarte.

A pesar del tiempo que ha pasado sé que no has cambiado. O quizá sí, pero sólo yo soy capaz de ver tu interior, aquel que por mucho tiempo que pase sigue lleno de cicatrices que jamás desaparecerán. Ese interior que te unió a mí en aquel tiempo en el que no había nadie más. Tu mundo se vino abajo cientos de veces porque eso es lo que te tocó vivir. Y aquellas lágrimas que derramaste llenaron mi seco corazón mientras las enjugaba. 

¿Recuerdas cómo te sentías? Te sentías tan sola y tan perdida que tu única escapatoria fue la compañía de una criatura que había salido del mismísimo infierno. Menuda amistad. Igual que aquellas vidas que les había tocado vivir a aquellos con los que compartías tu vida a diario. Aquellos que habían conocido el olor de la muerte, la rabia, la injusticia y la vulnerabilidad. Esa gente que estaba tan perdida como tú pero de formas diferentes. Algunos de esos que te acompañaban vivían día a día con la violencia, la enfermedad o la misma muerte. Todos con sus taras, igual que tú, y por supuesto, igual que yo. 

Al principio decidiste enfocar nuestra unión desde el amor y la bondad, pero pronto te diste cuenta de que en mí había poco de eso. Comprendiste que la maldad y la crueldad que yo poseía era la que a ti te faltaba para poder enfrentarte a tus propios demonios. Y por eso me quisiste tanto. Por eso tu vida empezó a lucir distinta, más oscura pero más fuerte.

Cuando el destino puso en tu camino una enorme luz que brillaba hasta cegar mis ojos, empezaste a orientarte hacia ese lugar. Te refugiaste en su luz y creciste. Sin embargo, pronto te diste cuenta de que en todas partes había oscuridad, una terrible oscuridad disfrazada de luz brillante. Te tocó volver a vivir traiciones que no hicieron más que dañarte y traerte de vuelta a mí; a mi refugio de oscuridad donde te sentías fuerte, donde podías gritar hasta quedarte sin voz.  Hasta que conseguiste aprender a crear tu propia luz brillante y cegadora. La luz más maravillosa que jamás habías conocido. Y que te empeñaste en cuidar y proteger para que ninguna oscuridad consiguiera apagarla. 


Y hoy sólo vengo a recordarte que estoy aquí para ti, para cuando necesites mis alas para coger fuerza y volar aún más alto. Porque la oscuridad siempre estará ahí, solo tienes que deslumbrar sobre ella. 



No hay comentarios :

Publicar un comentario