martes, 2 de febrero de 2021

La esencia de la magia

Cierro los ojos y oigo tu voz. Más atenuada cada vez, igual que tu recuerdo. 

Quiero soñar contigo, disfrutarte en el único lugar en el que puedo hacerlo ya, lejos de miradas ajenas, de dudas y reproches, lejos de la misma realidad que me rodea ahora. Quiero verte sonreír siendo yo el objeto de tu sonrisa. Quiero un abrazo, largo, apretado y sentido. Uno de esos abrazos que te reinician y te recargan la energía. De esos abrazos que nos dejamos de dar y que no deberían jamás haber desaparecido. Un abrazo en el que nos sintamos solos e infinitos. 

Infinitos.

Hace mucho tiempo, cada vez que pensaba en ti, sonreía por dentro y por fuera. Sonreían mis labios y sonreía mi corazón. Ahora la sonrisa cada vez está más escondida y se abre paso una enorme mariposa que no hace cosquillas, duele. Mi cabeza, sin embargo, es más consciente. Sabe que hay que superar esto, superarlo de verdad y para siempre. Aunque aún no sabe cómo ni cuándo se logrará. 

Te imagino allí, en aquel lugar donde fuimos, donde yo dejé de ser y tú te quedaste siendo. Allí sigues siendo magia. La magia que hace que hoy, tras tanto tiempo, seas ese diamante que sobresale por encima de todos los demás. Dejaste allí esa magia, tu magia, para que yo pudiera llenarme de ella un poquito cada vez que recorra aquel lugar. En rincones que conocí contigo dejaste esas chispas que me estremecen al pasar. Ojalá sean eternas. 


Algún día, cuando mis arrugas y mis canas escondan quién fui, hablaré a alguien de ti, de tu color, de tu risa, de tu tristeza,  tu miedo, tu dolor. E intentaré no manchar mis palabras de idealismo, pronunciando tu nombre con seguridad, firmeza y cariño. Ese cariño que se mezcló con tu esencia e hizo su propia magia.

No hay comentarios :

Publicar un comentario